martes, 8 de febrero de 2011

Ignorancia.

A veces, momentos, sonrisas, situaciones que parecen insuperables o grandiosas, eternas e infinitas, parecen haber desaparecido por completo de tu corazón. Sigues recordándolas, viéndolas con una sonrisa en la cara pero, sin embargo, en esta ocasión no notas el palpitar desenfrenado de tu órgano vital, ni puedes hallar pista de esa sonrisa inmensa que caracterizaba el entonces, ni encontrar las lágrimas perdidas que derramabas al recordar en momentos tristes...

Bien dicen que donde hubo fuego quedan cenizas, pero no siempre es así. Es cierto que el olvido existe y, por supuesto, que los sentimientos son tan numerosos, tan distintos y tan incomprensibles que acaban llegando de la forma más extraña a ti, arañándote o acariciándote dependiendo de todo y a la vez de nada, sustituyendo a aquellos que vivían en ti y haciéndote comprender cada día más que no puedes elegir cuál, tener el cómo, averiguar el cuándo y conocer el por qué.

La certeza, la seguridad sobre qué será lo que quede y qué será lo que desaparezca y sea sustituido no existe o, al menos, la ignoramos, porque en el corazón no hay barreras, limitaciones. Ni para entrar ni para salir.


Aún así, se que vosotros siempre estaréis en mi corazón.



martes, 1 de febrero de 2011

Hoy no tengo ganas de nada.

A menudo, con más frecuencia de la que debería creo que el silencio, la quietud, la ausencia de sonido es molesta, inquietante, tal vez incluso dolorosa. Hoy no tengo ganas de nada, que el silencio me atrape, que el viento me guíe y tu sonrisa me calme.
No quiero pronunciar palabra por deseo de ocultar lo que siento, porque no tengo fuerzas ni quiero tenerlas; no quiero cantar, porque aunque ayer me sentía satisfecha por enloquecer, hoy solo siento satisfacción por ser menos estúpida de lo que pensaba; no quiero saltar, no porque no lo necesite sino porque tengo miedo a caerme; no quiero sonreír, por no aparentar algo que hoy no soy, hoy no quiero llorar porque tener el corazón desgarrado en la mano no me parece suficiente motivo; no quiero correr porque contigo me acostumbré a volar; no quiero jugar puesto que la inocencia se esfumó un día de mi vida; no quiero pensar, pensar que te he perdido; no quiero escuchar, porque una imagen vale más que mil palabras, no quiero SENTIR, comprobar lo fácil que es decir "te quiero" y lo difícil que es demostrarlo.